6 de enero de 2009

Saldos y retazos del Mundial 78, por Marcelo Gantman


Gantmanblog.com, 25 de junio de 2008.

Pensé varias horas durante este 25 de junio antes de escribir sobre el Mundial 78. En primer lugar porque no me interesan tanto los recordatorios aunque el número redondo obligue.

Segundo porque a 30 años del acontecimiento la reflexión sobre esos dolorosos hechos otorga la facilidad de no usar el mismo rigor para abordar cuestiones del presente y tercero porque disentir en un tema como este puede generar ciertos desencuentros. Pero acá vamos…

El Mundial 78 es execrable por donde se lo mire. Una dictadura se lo entregó a otra dictadura. Desde los tiempos de Onganía y Lanusse hasta la junta militar encabezada por Videla, la organización del campeonato estuvo en manos de quienes conducían el país. Eso no era vida y por eso la quitaban sin más. Fue un Mundial corrupto al margen del 6 a 0 contra Perú. Se gastaron, sin haber cifras oficiales, alrededor de 500 millones de dólares de la época y cuatro años más tarde, el Mundial de España, costaba diez veces menos.

Escucho al Beto Alonso decir que a él Menotti no lo quería y que hubo presiones del almirante Lacoste para que lo incluyan en el plantel. Menotti es culpable primero por no ponerlo y luego por sí ponerlo. Menotti no se niega, pero Alonso tampoco.

Nunca me gustaron las sentencias acerca de lo que otros debieron hacer en ese lugar y en esa situación. Definir comportamientos con la moral de los otros y las sensaciones de los otros es tan sencillo como pararse en este espacio temporal y analizar la Argentina de hace 30 años. No era gratuito oponerse a Lacoste, a Massera, a Videla. Ni para Menotti ni para nadie.

Escucho a los futbolistas campeones del mundo tener que defenderse de haber sido parte del Mundial 78. La sociedad argentinas se exorciza con los jugadores. Con Kempes, Luque, Fillol y compañía. Los ídolos deportivos no suelen ir en contra del poder de turno y menos contra una dictadura. ¿Cuáles son los ídolos deportivos que en democracia, con las garantías constitucionales en vigencia, disienten en público con las decisiones gubernamentales, al menos desde 1983 para acá?

Sospechas del partido del 6 a 0 a Perú. Todas. Seguramente hubo cosas. Hay indicios, datos sueltos, situaciones comprometidas, los barcos de trigo, los llamados a la concentración peruana, Videla entrando al vestuario visitante, Kissinger como “garante” de los acuerdos. También sospecho que muchos jugadores de la selección de Perú de 1978 han generado una fuente de ingresos con el relato de aquellos tiempos. Muchos en la miseria, ahora desempeñan el rol de testigos de la época.

Si el partido efectivamente estuvo arreglado, ¿no habría sido ya momento de qué algún jugador de la selección argentina hubiera corroborado alguna de las versiones? ¿No tendrían todo para ganar si así lo hicieran?

Me asusta el uso indiscriminado del almanaque que hacen los que no habían nacido en esa época. Quedan a cubierto por ausencia. Sienten que como no formaban parte de la humanidad aún tienen derecho a juzgar, medir comportamientos, condenar silencios, repudiar dichos. Por entonces yo tenía 13 años. No me siento cómplice por haber festejado en la Av. Corrientes y Angel Gallardo ni ajeno al país que me tocó vivir.

El presente siempre ofrece oportunidades para que los que dicen qué se debió haber hecho antes, actúen ahora. El fútbol, el mundo de los medios, la vida dan material suficiente como para poner en juego la moral y los valores a cada instante.

Los argentinos solemos reclamar y protestar sobre nuestras cosas como si fuéramos huéspedes y no habitantes permanentes. Y no había 25 millones de turistas sino que eramos residentes. Dolorosos residentes a los que todavía nos cuesta hacernos cargo del diseño del país que queremos y no del que nos damos.

Escucho a Kempes por radio decir que él no puede salir a contestar cada vez que un jugador peruano diga que el partido estuvo arreglado. “Si ellos así lo creen, que lo demuestren. Ellos fueron los sobornados…” Tiene razón.

Krol jamás le escribió una carta a su hija diciendo que esta era “la Copa de la paz” y mucho menos que “los fusiles de los soldados disparaban flores”. Tampoco Johan Cruyff faltó al Mundial 78 porque no compartía que la Argentina fuera gobernada por un gobierno sanguinario, sino porque había tenido problemas con su esposa y había sufrido un asalto a su casa a mano armada. Ninguna idea ,por elevada que fuera, amerita que la historia sea modificada.

Si seguimos a este ritmo, Luque, Galván y todos los demás serán tan culpables como los que realmente fueron culpables.

FOTO: Superalikal, de Flickr.com

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