6 de enero de 2009

La vida corre en Tucumán, por Ariel Scher

Clarín, 4 de diciembre de 2008.

Miguel nació en Tucumán, creció en Tucumán, sonrió en Tucumán y corrió en Tucumán. No, corrió no. Corrió no está mal, pero es una expresión insuficiente: Miguel corre.

Corre Miguel Sánchez, un atleta, una esperanza, una vocación de poesía, un desaparecido entre los miles de desaparecidos que dejó la última dictadura. Y corre en Tucumán porque este sábado -cuarta vez en su provincia, primera ocasión en la ciudad de San Miguel- se hace esa voluntad consecutiva de dignidad que se llama La Carrera de Miguel.

Asombrosa historia de idas y de vueltas la de Miguel Sánchez y Tucumán. Asombrosa, inclusive, por encima de todos los asombros que alumbra el hecho de que en Buenos Aires y en Roma, en Necochea y en Berazategui, en un lugar y en otro lugar, se hagan cada vez y cada año más carreras con el mismo nombre, y se cuenten, en cien o en cien mil mañanas y tardes, su condición de miembro de una familia generosa y humilde, su trabajo en el Banco Provincia, sus esfuerzos para que las zapatillas le aceleren, sus esperanzas de transformar el mundo y, también, su secuestro el 8 de enero de 1978 en un punto chiquito del sur bonaerense que se llama Villa España.

Asombrosa es esa historia porque Miguel Sánchez se fue de Tucumán como uno de tantos, imaginando las magias de la Buenos Aires enorme, y ahora, a pesar de que lo secuestraron para no devolverlo nunca, regresa allí, al lugar desde donde partió, hecho una potencia, un símbolo, un cielo debajo del que muchos encuentran el sol.

Ese asombro certifica otra cosa: la memoria no es ni el repaso ordenado del pasado ni el deseo de entramparse en la nostalgia. La memoria es una cuestión distinta. Es una herramienta, es una búsqueda, es una manera de construir, es un poder. La memoria de Miguel Sánchez lo trajo, lo trae y lo seguirá trayendo hasta muchas geografías, no para entristecerse en homenajes. Todo lo contrario: para que su vitalidad como deportista y como individuo contagien, conmuevan, estén.

Desaparecido, Miguel Sánchez hace aparecer lo mejor de la condición humana. Será posible comprobarlo de nuevo en Tucumán, donde alguna vez nació y donde ahora, en los pies y en el corazón de cada individuo que corre, vuelve, luminoso, a nacer.

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