6 de enero de 2009

Boca es PRO, por Ezequiel Fernández Moores

La Nación, 8 de junio de 2007.

Boca podrá coronarse otra vez campeón de la Libertadores el miércoles 20 de junio. Sería un escenario ideal para Mauricio Macri, que cuatro días después afrontará el balotaje para ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Su aplastante triunfo en primera rueda parece indicar en realidad algo más que sólo fútbol. Pero los quince títulos (6 locales y 9 internacionales) ganados por Boca en sus once años de gestión, no hay dudas, fueron su gran tampolín hacia la política. El propio Macri exhibe sus éxitos en Boca en la página web del PRO.

"En Boca ganó Macri y será trascendente a la política". El diario Ambito Financiero, premonitorio, lo había anunciado en su portada el 4 de diciembre de 1995. Fue un día después de vencer en elecciones a una fórmula que también, vaya paradoja, integraba Carlos Heller, ahora su opositor en el balotaje por la ciudad. Históricamente, la política se ha servido más del fútbol que el fútbol de la política. Es un matrimonio de intereses. Pero que funciona sólo cuando la pelota entra en el arco. Bien lo sabe hoy el propio Macri. Sin triunfos, en cambio, todo queda destapado. Y magnificado. Allí està, sino, el River Plate de José María Aguilar.

Pero también el Boca de Macri fue vulnerable en sus inicios. Una década atrás, el equipo era un fiasco. Y a Macri de nada le servía su carné de exitoso empresario. Había perdido toda apoyatura política, al punto que se convirtió en el primer presidente en la historia de Boca al que le fue rechazado un balance. El arribo de Carlos Bianchi sofocó el incendio. Sus éxitos deportivos apagaron las denuncias de quienes advertían las filtraciones del modelo Macri. Y el Boca-boom, el Boca-éxito, el Boca-negocio, pasó a adueñarse definitivamente del centro de la escena. ¿Sirve entonces como ejemplo de gestión un mundo del fútbol dominado por el exitismo, en el que sólo se mira una tabla de posiciones y a nadie le importa un balance?

¿Sirve recordar, por ejemplo, que en su primer año de gestión, Macri gastó 45 millones de pesos-dólares (eran tiempos del uno-uno) para comprar a casi 40 jugadores y triplicó el pasivo de Boca de 22 a 62 millones de pesos? ¿Cómo intentar hacer periodismo tomando distancia de la campaña electoral, pero sin dejar que el fútbol asista como testigo mudo al uso de los políticos? Macri era en 1995 el dirigente nuevo, que prometía, entre otras cosas, acabar con los intermediarios en el fútbol, esos señores que ayudan a inflar precios de las trasferencias pagando comisiones que luego llegan al bolsillo de los propios dirigentes.

El polémico Fondo de Inversión creado por Macri para comprar jugadores prohibía expresamente la actuación de intermediarios en el punto VI de su reglamento, titulado "Trasparencia". Una auditoría ordenada por la propia Asamblea del club desnudó sin embago un festival de comisiones a firmas desconocidas y a representantes: Settimio Aloisio por Diego Cagna, Kiskowin Sport por Fernando Cáceres, Gamasports por Christian Dollberg, Gustavo Mascardi por Juan Sebastián Verón y hasta los intermediarios uruguayos Luis Aguerre y Milton Viera por el pase de Juan Román Riquelme desde Argentinos Juniors (página 173 de la auditoría del estudio de Eduardo Massad).

Hubo más: esa misma auditoría objetó negocios que Boca había tercerizado a siglas como ACE, TSM e IESA y contratos firmados más allá del mandato y sin paso previo por la Comisión Directiva. La página 29, punto 34, reveló un detalle aún más llamativo: Macri, como hincha acaudalado, había prestado dinero al Boca de sus amores. Un dinero que, ya como presidente, Macri se lo cobró luego con intereses y punitorios. Ese primer balance, igual que los siguientes, desmitificaron además la muy promocionada política de marketing de Boca. La prensa hablaba de un negocio estimado de 50 millones de pesos-dólar. Pero los balances apenas destacaban ingresos de entre 400.000 y 700.000 pesos.

El último gran anuncio fue el del cementerio Boca. Apenas cuatro muertos descansan hoy allí.¿Dónde terminaron pues aquellas fabulosas ganancias si no figuran en los balances de Boca? La venta de Carlos Tevez, comprado por dineros rusos de dudoso origen y depositados en una cuenta de Nueva York suscitó nuevas polémicas, por no citar las duras acusaciones de Roberto Digón y hasta del "Patrón" Jorge Bermúdez, que directamente acusaron a Macri de realizar negocios personales con las trasferencias, muchas de ellas efectuadas por amigos personales del presidente, como el escribano Gustavo Arribas.

Boca formó recién ahora una comisión integrada por jueces y fiscales, simpatizantes del club, para solucionar el tema de la violencia. No la integra Mariano Bergés, que también es de Boca, pero que cuando fue juez acusó a Boca de ceder boletos y abrir molinetes de la Bombonera para su barra brava. Rafael Di Zeo golpeó a hinchas rivales dentro de la Bombonera, cuidó la seguridad en recitales, jugó fútbol en Casa Amarilla, llevó jugadores a hospitales y filiales del interior y ganó dinero con turistas que cantaban con La 12. Fue durante años casi una autoridad paralela del club de la mano del terror. Sin embargo, el Boca de Macri sólo pidió que se le prohibiera ingresar a la Bombonera haciendo uso del derecho de admisión cuando Di Zeo ya estaba preso.

Recuerdo haber mirado balances y auditorías de Boca cuatro años atrás para una nota para la revista TXT. Llamé al vocero de Macri, Iván Pavlovsky, para comentarle mi asombro por algunos números y decirle que quería hablar con el ingeniero. El PRO aún no existía. Y Pavlovsky, antes de decirme que Macri no hablaría conmigo, me preguntó: "pero la nota ¿es pro o contra?".

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