19 de enero de 2009

Algo está por pasar, algo está por venir..., por Gustavo Veiga

Página 12, 19 de enero de 2009.

LA DELICADA SITUACION ECONOMICO-FINANCIERA DE LA PRIMERA DIVISION DEL FUTBOL ARGENTINO

La crisis internacional se va a hacer sentir: de eso están convencidos quienes conducen el fútbol. No hay dinero para comprar jugadores y, en algunos casos, se huele a cesación de pagos. Las ventas al exterior han disminuido, los contratos de TV apenas se reactualizarán de acuerdo con el nivel de la inflación, no aparecen nuevos recursos y, de estirados al máximo, los viejos se han agotado. Dolorosa radiografía a tres semanas del arranque del Clausura.


“¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?Los han limpiao con piedra pómez.¿Dónde hay un mango, que yo lo he buscadocon lupa y linterna, y estoy afiebrado?”
(“¿Dónde hay un mango?”, de Ivo Pelay y Francisco Canaro)

Los pájaros de mal agüero todavía no migraron hacia la Argentina, pero hay quienes dicen que están por llegar. La inestabilidad internacional impactará en el fútbol, los clubes no podrán cubrir sus gastos sin ayuda extra, los conflictos entre jugadores y dirigentes aumentarán y habrá que conformarse con lo puesto.

“Después de la crisis financiera en el mundo, cualquier cosa puede pasar”, dice Sergio Marchi, secretario general de Agremiados. “Se viene un colapso en el fútbol”, asegura Alejandro Marón, el presidente de Lanús, una de las pocas instituciones que tiene las cuentas en orden.
Las transferencias al exterior ya disminuyeron, los ingresos por los derechos televisivos apenas se actualizarán por la inflación y los contratos vigentes (los privados, no los que están registrados en la AFA) serán un lastre difícil de levantar.

Además, en la temporada 2009/2010 entrará en vigencia el nuevo convenio colectivo de trabajo de los futbolistas que, cuando lleguen a los 23 años, podrán quedarse con el pase en su poder.

Ni siquiera en el mercado local resulta fácil concretar las operaciones. El culebrón del verano, con Cristian Fabbiani como protagonista, es el mejor ejemplo. River, que ya no puede responder por sus deudas –Tigre lo inhibió por siete cuotas impagas de 50 mil dólares correspondientes al pase de Martín Galmarini–, todavía no logró sumarlo al plantel, pese a que el delantero tomó la decisión irrevocable de irse de Newell’s.

Boca recién superó un conflicto con Mauricio Caranta (tratado de manera desprolija), cuando el arquero decidió asesorarse en Agremiados e intimar el pago de 300 mil dólares de la prima mediante una carta documento. Sin embargo, el club perdió por el camino a Neri Cardozo, quien se incorporó a los Jaguares de Chiapas y al que había cotizado en cinco millones de dólares.
El volante terminó unilateralmente el contrato que lo unía a Boca (bajo el ahora perimido sistema de prórrogas sucesivas) y el nuevo presidente, Jorge Amor Ameal, se quedó bufando.

“Hoy vienen por Cardozo y mañana pueden hacerlo por Salvio”, sintetizó Marón el temor de la dirigencia. Se trata de un abogado especializado en estos temas y que participó de las negociaciones donde se actualizó el Convenio Colectivo de Trabajo 430 de 1975.

¿Cuánto paga el fútbol?

Los sueldos básicos de los futbolistas del Ascenso se triplicaron en los últimos años, según Agremiados. En Primera A no se firma por menos de 3000 pesos, en la B Nacional por $ 2000 y en la B Metropolitana por $ 1500. La masa salarial anual, en cambio, es imposible de determinar en la máxima división (Marchi tampoco quiere divulgarla), oscila entre los 50 y 60 millones en la segunda categoría y asciende a 20 millones en la tercera.

“Hay clubes que están bien y otros mal, pero al Ascenso lo tenemos ordenado, lo hemos tratado de acomodar. En Primera hay que acostumbrarse a que no habrá transferencias como antes, porque hay instituciones en emergencia, pero si cada uno cumple lo pactado, las finanzas no deberían complicarse. Por ejemplo, Estudiantes, Lanús, Banfield, Vélez, Argentinos, Gimnasia de Jujuy y Godoy Cruz responden en tiempo y forma”, sostiene el sindicalista.

La crisis, que ya se percibe en un mercado depreciado y casi sin movimiento, difícilmente aleccione a los jugadores sobre que se puede vivir de algo más que el fútbol. Cuando alguien acunó el sueño de jugar en Primera e hizo todas las divisiones inferiores en un club, es difícil cambiarlo de un día para el otro por un empleo o un oficio.

Sin embargo, en Agremiados funciona una fundación que conduce Juan Carlos Touriño (ex lateral derecho de Quilmes y Real Madrid), donde estudian unos 700 futbolistas. Allí terminó la secundaria un profesional famoso como Claudio Graf, el ex goleador de Lanús que ahora juega en Tecos de México. Los cursos se dictan en una antigua sede del gremio.

La elite que cobra suculentos contratos en divisas no tiene esos dilemas. Y los directores técnicos mucho menos. Carlos Bianchi volvió a Boca como manager a cambio de 1.700.000 dólares anuales, mientras que el cuerpo técnico que encabeza Gustavo Alfaro en Rosario Central percibe un millón de dólares por temporada.

Aunque no se conocen las cifras actualizadas con exactitud, cuando Juan Román Riquelme regresó a Boca, en el verano de 2007, cobraba lo mismo que en el Villarreal español; unos 395 mil euros por mes, sin contar los premios. Juan Sebastián Verón en Estudiantes, Leonardo Ponzio en River o Santiago Solari en San Lorenzo, también perciben jugosos ingresos en moneda extranjera. Sobre contratos de este tipo, los más altos, comenzaron a escucharse pedidos de rebaja desde la dirigencia.

En River, la oposición demandó en la última reunión de comisión directiva de 2008 que se podarán las primas en un 50 por ciento. Marchi sostiene que no se pueden reducir los contratos firmados. Y sin titubear agrega: “Hay que respetarlos”.

Globos de ensayo

La plaza está seca de billetes como de monedas los bolsillos de los ciudadanos de a pie. Pero cada tanto el fútbol estimula personajes del verano como en estos días ocurrió con el holandés Edgar Davids, a quien un audaz empresario –el ex jugador de Newell’s, Alberto Meo– intentó colocar en el club de Núñez.

También se difundió que Matías Almeyda podía saltar del showbol a la mitad de la cancha en el equipo de Néstor Gorosito. Pero no: nadie le dio la mínima oportunidad a su pasado. Vender humo es un buen antídoto contra el aburrimiento y las magras transferencias en este enero de sequía futbolística.

En San Lorenzo, el último presupuesto del club se aprobó con una disminución del 20 por ciento. Y Santiago Hirsig pidió la libertad de contratación, al igual que Caranta en Boca –por una deuda en concepto de prima–, aunque la historia terminó diferente. Se declaró libre. El déficit de la institución de Boedo, pese a que Marcelo Tinelli y otros empresarios le inyectaron dinero a la tesorería para reforzar el plantel que jugó la Copa Libertadores el año pasado, asciende a 5.900.000 pesos anuales.

Un dato más abona la teoría del despilfarro en el año del centenario: el club pasó de un presupuesto de 30 millones en la temporada 2006/2007 a 60 millones en la siguiente.

Las flamantes conducciones de Racing (Rodolfo Molina) y Newell’s (Guillermo Lorente) asumieron en medio de graves problemas económicos dejados por Blanquiceleste SA y el ex presidente Eduardo López, respectivamente. Independiente recibió una inhibición porque no le pagó a una empresa (Grape Constructora) que participó en el levantamiento de su nuevo estadio.

Pese a eso es el que insinúa reforzarse mejor. Sumó a Eduardo Tuzzio y estaría al caer Gary Medel, un buen volante de la selección chilena. Huracán arrastra viejas deudas, como casi siempre en estos últimos años. San Martín de Tucumán cobrará un millón de pesos de la gobernación como subsidio (otra suma igual le pagarán al Atlético tucumano que juega en la B Nacional) mediante un decreto de necesidad y urgencia. Por lo rápido que incorporó los cuatro refuerzos autorizados, pareció gastar ese dinero a cuenta. Si se toman en cuenta estos casos, podría argumentarse que son más de lo mismo.

En temporadas anteriores, como la de 2001, se apeló a un fideicomiso para pagar deudas atrasadas a los planteles por 43 millones de pesos y con la AFA como garante. ¿Se irá hacia eso?
Parece irrepetible una crisis tan aguda como aquélla, pero lo que modifica el escenario interno es la crisis internacional.

Si las transferencias al exterior disminuyen (como ya se está notando), sólo una devaluación mayor del peso beneficiaría a los pocos clubes que pueden colocar futbolistas afuera. Aunque, claro, con el nuevo régimen de contratos que se viene, los dirigentes harán negocios de envergadura con los jugadores menores de 23 años. Podrán profesionalizar a sus valores del semillero desde los 16 y se resignarán a perderlos cuando cumplan aquella edad.

El paquete de medidas lo aprobó la FIFA cuando Julio Grondona viajó en diciembre para blanquearlo ante sus pares, pasó por la formal aprobación del Comité Ejecutivo de la AFA y ahora resta que lo homologue el Ministerio de Trabajo.

Si los clubes después no pueden pagar ese tipo de convenios, que estimulan la proyección de jugadores jóvenes, habrá que preguntarles a sus dirigentes cómo hicieron las cuentas. Tan simple como que el fútbol es un negocio de escala planetaria donde casi nadie tirará manteca al techo.

Foto: Alejandro Leiva

Va a estar buena la barra brava de River, por Alejandro Casar González


Crítica de la Argentina, 19 de enero de 2008.

La comisión directiva de River nombró como asesor general de seguridad y coordinador de procedimientos a Eugenio Burzaco, diputado macrista por la provincia de Buenos Aires. La designación se hizo efectiva el último 11 de diciembre, día en el que los dirigentes del club millonario se reunieron por última vez.

Con la llegada de Burzaco –que también asesoró en materia de seguridad al ex gobernador de Neuquén Jorge Sobisch, en momentos del asesinato del maestro Carlos Fuentealba–, las huestes de Macri en el club (que ya tiene a Diego Santilli, vicepresidente de la Legislatura porteña) suman un nuevo integrante. River es un club PRO para vigilar a su temible barra brava.

“Lo llevé de la mano con el presidente José María Aguilar”, responde Carlos Mosquera, jefe del departamento de seguridad de River ante la consulta de este diario. En su nuevo cargo –ad honorem, como todos los asesores–, Burzaco dependerá de Mosquera y será un auditor especializado en seguridad.La otra curiosidad es que la designación tomó por sorpresa al propio Burzaco, quien en enero se fue de vacaciones sin saber que la comisión directiva de Aguilar ya lo había nombrado en su cargo.

“Le hicieron un ofrecimiento hace unos meses, pero no fue una propuesta formal. Se supone que para que acepte un cargo, primero lo tienen que consultar con él”, se sorprendieron en su entorno. Pero la CD de River piensa otra cosa. Y fue para adelante con su nombramiento. El político macrista se enteró por este diario de que los dirigentes lo habían confirmado en su cargo. Increíble.

Burzaco es hincha y socio de River de toda la vida. Si bien era un asiduo visitante de la platea del Monumental, todavía no se había animado a incursionar en la política de River. Hasta ahora. En el club reconocen que, para ser nombrado asesor, Burzaco debió tener el padrinazgo de algún peso pesado. Ahí es donde entran a tallar Aguilar y Mosquera, quien, además de conducir el departamento de seguridad, también está al frente de la agrupación Unidad Riverplatense.

“Eso sí, su cargo no es remunerado”, aseguran en el Monumental. “Tenemos asesores como él en otras áreas, como prensa y asuntos legales. Siempre hay gente que se acerca para colaborar”, agregan.En plena campaña electoral por la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires, Burzaco fue la cara del programa de seguridad de Mauricio Macri. Desde 2005 es presidente del Compromiso por el Cambio en la provincia de Buenos Aires, distrito que lo eligió diputado. Su mandato concluye el 9 de diciembre de este año.

En 2007, su nombre estuvo salpicado por el crimen de Carlos Fuentealba, el docente asesinado por las fuerzas policiales en Neuquén . Según el diputado y economista de la CTA Claudio Lozano, Burzaco era, en ese momento, asesor de seguridad del gobernador neuquino, Jorge Sobisch.

Además de su actuación política, el currículum de Burzaco dice que preside la Fundación Fundar –Justicia y Seguridad–, centro de investigación referente en temas de justicia y seguridad pública.La seguridad del Monumental es una cuestión de Estado para la dirigencia riverplatense.

Pese a que el presidente Aguilar considera que su cancha es la más segura del país, los recientes hechos de violencia –motivados por la interna profunda de Los Borrachos del Tablón, la barra brava de River– la transformaron en un escenario peligroso para los hinchas comunes. Por eso, la comisión directiva pensó que nada mejor que el referente macrista de seguridad para pacificar el paraavalanchas. Y designó a Burzaco.

Lo curioso es que mientras el diputado fue nombrado sin su consentimiento, el técnico del equipo, Néstor Gorosito, trabaja desde principio de año para hacer olvidar el último puesto del pasado Apertura. Pero la comisión directiva todavía no lo nombró oficialmente. Ni le aprobó el contrato.

6 de enero de 2009

La vida corre en Tucumán, por Ariel Scher

Clarín, 4 de diciembre de 2008.

Miguel nació en Tucumán, creció en Tucumán, sonrió en Tucumán y corrió en Tucumán. No, corrió no. Corrió no está mal, pero es una expresión insuficiente: Miguel corre.

Corre Miguel Sánchez, un atleta, una esperanza, una vocación de poesía, un desaparecido entre los miles de desaparecidos que dejó la última dictadura. Y corre en Tucumán porque este sábado -cuarta vez en su provincia, primera ocasión en la ciudad de San Miguel- se hace esa voluntad consecutiva de dignidad que se llama La Carrera de Miguel.

Asombrosa historia de idas y de vueltas la de Miguel Sánchez y Tucumán. Asombrosa, inclusive, por encima de todos los asombros que alumbra el hecho de que en Buenos Aires y en Roma, en Necochea y en Berazategui, en un lugar y en otro lugar, se hagan cada vez y cada año más carreras con el mismo nombre, y se cuenten, en cien o en cien mil mañanas y tardes, su condición de miembro de una familia generosa y humilde, su trabajo en el Banco Provincia, sus esfuerzos para que las zapatillas le aceleren, sus esperanzas de transformar el mundo y, también, su secuestro el 8 de enero de 1978 en un punto chiquito del sur bonaerense que se llama Villa España.

Asombrosa es esa historia porque Miguel Sánchez se fue de Tucumán como uno de tantos, imaginando las magias de la Buenos Aires enorme, y ahora, a pesar de que lo secuestraron para no devolverlo nunca, regresa allí, al lugar desde donde partió, hecho una potencia, un símbolo, un cielo debajo del que muchos encuentran el sol.

Ese asombro certifica otra cosa: la memoria no es ni el repaso ordenado del pasado ni el deseo de entramparse en la nostalgia. La memoria es una cuestión distinta. Es una herramienta, es una búsqueda, es una manera de construir, es un poder. La memoria de Miguel Sánchez lo trajo, lo trae y lo seguirá trayendo hasta muchas geografías, no para entristecerse en homenajes. Todo lo contrario: para que su vitalidad como deportista y como individuo contagien, conmuevan, estén.

Desaparecido, Miguel Sánchez hace aparecer lo mejor de la condición humana. Será posible comprobarlo de nuevo en Tucumán, donde alguna vez nació y donde ahora, en los pies y en el corazón de cada individuo que corre, vuelve, luminoso, a nacer.

Boca es PRO, por Ezequiel Fernández Moores

La Nación, 8 de junio de 2007.

Boca podrá coronarse otra vez campeón de la Libertadores el miércoles 20 de junio. Sería un escenario ideal para Mauricio Macri, que cuatro días después afrontará el balotaje para ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Su aplastante triunfo en primera rueda parece indicar en realidad algo más que sólo fútbol. Pero los quince títulos (6 locales y 9 internacionales) ganados por Boca en sus once años de gestión, no hay dudas, fueron su gran tampolín hacia la política. El propio Macri exhibe sus éxitos en Boca en la página web del PRO.

"En Boca ganó Macri y será trascendente a la política". El diario Ambito Financiero, premonitorio, lo había anunciado en su portada el 4 de diciembre de 1995. Fue un día después de vencer en elecciones a una fórmula que también, vaya paradoja, integraba Carlos Heller, ahora su opositor en el balotaje por la ciudad. Históricamente, la política se ha servido más del fútbol que el fútbol de la política. Es un matrimonio de intereses. Pero que funciona sólo cuando la pelota entra en el arco. Bien lo sabe hoy el propio Macri. Sin triunfos, en cambio, todo queda destapado. Y magnificado. Allí està, sino, el River Plate de José María Aguilar.

Pero también el Boca de Macri fue vulnerable en sus inicios. Una década atrás, el equipo era un fiasco. Y a Macri de nada le servía su carné de exitoso empresario. Había perdido toda apoyatura política, al punto que se convirtió en el primer presidente en la historia de Boca al que le fue rechazado un balance. El arribo de Carlos Bianchi sofocó el incendio. Sus éxitos deportivos apagaron las denuncias de quienes advertían las filtraciones del modelo Macri. Y el Boca-boom, el Boca-éxito, el Boca-negocio, pasó a adueñarse definitivamente del centro de la escena. ¿Sirve entonces como ejemplo de gestión un mundo del fútbol dominado por el exitismo, en el que sólo se mira una tabla de posiciones y a nadie le importa un balance?

¿Sirve recordar, por ejemplo, que en su primer año de gestión, Macri gastó 45 millones de pesos-dólares (eran tiempos del uno-uno) para comprar a casi 40 jugadores y triplicó el pasivo de Boca de 22 a 62 millones de pesos? ¿Cómo intentar hacer periodismo tomando distancia de la campaña electoral, pero sin dejar que el fútbol asista como testigo mudo al uso de los políticos? Macri era en 1995 el dirigente nuevo, que prometía, entre otras cosas, acabar con los intermediarios en el fútbol, esos señores que ayudan a inflar precios de las trasferencias pagando comisiones que luego llegan al bolsillo de los propios dirigentes.

El polémico Fondo de Inversión creado por Macri para comprar jugadores prohibía expresamente la actuación de intermediarios en el punto VI de su reglamento, titulado "Trasparencia". Una auditoría ordenada por la propia Asamblea del club desnudó sin embago un festival de comisiones a firmas desconocidas y a representantes: Settimio Aloisio por Diego Cagna, Kiskowin Sport por Fernando Cáceres, Gamasports por Christian Dollberg, Gustavo Mascardi por Juan Sebastián Verón y hasta los intermediarios uruguayos Luis Aguerre y Milton Viera por el pase de Juan Román Riquelme desde Argentinos Juniors (página 173 de la auditoría del estudio de Eduardo Massad).

Hubo más: esa misma auditoría objetó negocios que Boca había tercerizado a siglas como ACE, TSM e IESA y contratos firmados más allá del mandato y sin paso previo por la Comisión Directiva. La página 29, punto 34, reveló un detalle aún más llamativo: Macri, como hincha acaudalado, había prestado dinero al Boca de sus amores. Un dinero que, ya como presidente, Macri se lo cobró luego con intereses y punitorios. Ese primer balance, igual que los siguientes, desmitificaron además la muy promocionada política de marketing de Boca. La prensa hablaba de un negocio estimado de 50 millones de pesos-dólar. Pero los balances apenas destacaban ingresos de entre 400.000 y 700.000 pesos.

El último gran anuncio fue el del cementerio Boca. Apenas cuatro muertos descansan hoy allí.¿Dónde terminaron pues aquellas fabulosas ganancias si no figuran en los balances de Boca? La venta de Carlos Tevez, comprado por dineros rusos de dudoso origen y depositados en una cuenta de Nueva York suscitó nuevas polémicas, por no citar las duras acusaciones de Roberto Digón y hasta del "Patrón" Jorge Bermúdez, que directamente acusaron a Macri de realizar negocios personales con las trasferencias, muchas de ellas efectuadas por amigos personales del presidente, como el escribano Gustavo Arribas.

Boca formó recién ahora una comisión integrada por jueces y fiscales, simpatizantes del club, para solucionar el tema de la violencia. No la integra Mariano Bergés, que también es de Boca, pero que cuando fue juez acusó a Boca de ceder boletos y abrir molinetes de la Bombonera para su barra brava. Rafael Di Zeo golpeó a hinchas rivales dentro de la Bombonera, cuidó la seguridad en recitales, jugó fútbol en Casa Amarilla, llevó jugadores a hospitales y filiales del interior y ganó dinero con turistas que cantaban con La 12. Fue durante años casi una autoridad paralela del club de la mano del terror. Sin embargo, el Boca de Macri sólo pidió que se le prohibiera ingresar a la Bombonera haciendo uso del derecho de admisión cuando Di Zeo ya estaba preso.

Recuerdo haber mirado balances y auditorías de Boca cuatro años atrás para una nota para la revista TXT. Llamé al vocero de Macri, Iván Pavlovsky, para comentarle mi asombro por algunos números y decirle que quería hablar con el ingeniero. El PRO aún no existía. Y Pavlovsky, antes de decirme que Macri no hablaría conmigo, me preguntó: "pero la nota ¿es pro o contra?".

Otra final sin Videla, Massera ni Agosti, por Gustavo Veiga

Página 12, 30 de junio de 2008.

La imagen sintetizó el espíritu de la evocación. Leopoldo Luque y Julio Ricardo Villa tomaron la larga bandera con las fotografías de los desaparecidos, la levantaron y posaron un par de minutos para los reporteros gráficos. Sobre la pista que bordea al raleado césped del Monumental, los dos campeones mundiales del 78 consumaban así lo que había costado tanto tiempo concretar.

Que un gesto recíproco, un gesto de aquellos jugadores y de los organismos de derechos humanos que hasta ayer se miraban con recelo, los reuniera treinta años después, en el mismo escenario donde la Selección nacional había ganado su primer título mundial. Un título que se festejó mientras la dictadura militar perfeccionaba el terrorismo de Estado sobre 25 millones de argentinos con su secuencia de secuestros, torturas y desapariciones.

En la cancha de River, esta vez, no hubo genocidas ni multitudes galvanizadas por la alegría de aquellos goles que Kempes y Bertoni convirtieron en la final contra Holanda. En la cancha de River, esta vez, la memoria jugó su propio partido, que empezó con una marcha entre la ESMA y el Monumental, siguió con fútbol y concluyó con un espectáculo ofrecido por músicos de raíces diferentes.

El Instituto Espacio para la Memoria organizó lo que durante treinta años y dos aniversarios redondos (en 1988 y 1998), jamás había sido posible. Juntar en una convocatoria pública, en un acto sensible y con las mejores intenciones, a los jugadores que abrazaron la gloria deportiva en el ’78 y a quienes durante los años posteriores militaron bajo una consigna que se hizo huella: “Aparición con vida y castigo a los culpables”.

Allí estaban Luque, Villa y René Houseman, los únicos campeones presentes, entremezclados con Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora, Alba Lanzilotto, de Abuelas, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Los primeros se habían colocado la camiseta celeste y blanca de la Selección y hasta los pantalones cortos (Luque fue el único que jugó 5 minutos) y las mujeres de los pañuelos blancos habían llegado caminando desde la ESMA hasta detener su marcha en la pista del Monumental.

A las 15 ingresó en el estadio el grupo más nutrido, que portaba la extensa bandera con los rostros de los desaparecidos encabezado por Pérez Esquivel. Quique Pesoa modulaba su voz grave y Daniel Viglietti abría la parte artística del acto desde el escenario montado a espaldas de la tribuna Centenario, la única que no se habilitó de un inmenso Monumental. El intendente de Morón, Martín Sabbatella; el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, y el secretario de Deporte de la Nación, Claudio Morresi, habían detenido su marcha frente a la platea San Martín, donde un instante después recibirían sus medallas los campeones mundiales.

La gente se había acercado hasta Núñez con la típica pereza dominguera posterior al almuerzo. Algunos, los más militantes, arengaban con sus cantitos en la esquina de Figueroa Alcorta y Avenida Udaondo. Agrupaciones como La Cámpora, Proyecto Sur, el Movimiento Nacional Ferroviario y la FTV hacían flamear sus banderas y repartían prensa propia a los padres que llegaban con sus pequeños hijos de la mano.

Adentro de la cancha, como si fueran trapos futboleros ante la inminencia de una final, balconeaban los de la CTA (El hambre es un crimen), de Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, del Frente Nacional Campesino y uno que pedía Basta de Terrorismo de Estado en Colombia. Pero el que más se destacaba decía 30.000 detenidos desaparecidos ¡Presentes! y estaba detrás del escenario desde donde Pesoa continuaba leyendo textos alusivos y algunas adhesiones, como las de Diego Maradona, Daniel Passarella, César Luis Menotti, Carlos Bilardo, Carlos Bianchi, Amadeo Carrizo, Víctor Hugo Morales y el empresario Carlos Avila. También se difundieron comunicados que acompañaron la iniciativa, como uno del Colectivo de Exiliados de la Operación Cóndor.

El árbitro Guillermo Rietti esperaba que los periodistas desocuparan el campo de juego para comenzar el partido. Pero Luque y Villa se detenían ante cuanto grabador o micrófono se les interponía en el camino y decían su verdad. “Si mi presencia acá sirve para despegarme definitivamente de lo que pasó, bienvenido. Pero yo nunca me consideré partícipe del horror, aunque es probable que la dictadura nos haya utilizado”, dijo el ex futbolista de Racing y el Tottenham inglés.

Luque se paró de volante retrasado para distribuir juego y se retiró apenas comenzó el partido. Villa y Houseman salieron con los equipos pero no se pusieron los cortos. Se cantó el himno con la versión de Charly García de fondo, hubo fotografías para los protagonistas (militantes, jugadores Sub-20 y Sub-23 y el director de cine Tristán Bauer), hasta que el referí dijo basta. Desde ese momento, la atención se centró en el escenario, mientras una parte del público que ocupaba las plateas bajas empezó a saltar hacia la cancha para ver desde más cerca a Luis Alberto Spinetta.

Cuando el Flaco apareció en el escenario con su Fender (anteojos oscuros, campera blanca, la misma melena de siempre, aunque más canosa), el fútbol, por primera vez en la tarde, quedó desplazado. Regaló cuatro o cinco temas y entre ellos, un par de Almendra, su mítica banda: “Laura va” y “Plegaria para un niño dormido”. Después le dejó paso a Lito Vitale y su trío, que terminó tocando un par de temas con un músico que no estaba anunciado, pero levantó al público con un par de éxitos de su repertorio: Juan Carlos Baglietto. Siguieron Liliana Herrero, Horacio Fontova, Sara Mamani, La Bomba de Tiempo y Arbolito.

La tarde caía sobre el Monumental, los organizadores de Espacio para la Memoria seguían comunicándose entre ellos para no dejar detalle librado al azar y en el Monumental, esa caja de resonancia donde miles de voces atronaron aquellas tardes de junio del ‘78 festejando un título mundial, todavía se escuchaban los ecos de palabras que se repetían una y otra vez.

Memoria, desaparecidos, derechos humanos, compromiso, militancia, compañeros, todas ellas unidas por el hilo conductor de una jornada que intentó zanjar las diferencias de dos visiones aparentemente irreconciliables sobre un mismo hecho. El hecho maldito del país futbolero que algunos prefirieron no evocar o del que tomaron prudente distancia.

Las presencias de Luque, Villa y Houseman, apenas tres campeones de aquel plantel de veintidós, de cualquier modo operaron como un símbolo para cumplir con el objetivo de La Otra Final. Hacer memoria en un país de memorias flacas. Un buen antídoto para recuperar la otra historia, ésa en la que aún resta mucho por escarbar.

Una dignidad cumple 40 años, por Ariel Scher

Clarín, 16 de octubre de 2008.

Sin incluir al puño alzado y libre de Tommie Smith, la historia de los hombres siempre estará narrada de modo incompleto. Y sin mencionar al puño también libre y también alzado de John Carlos, la historia no parará de ser un largo relato injusto.

Y sin recordar la mirada conmovida y conmovedora de Peter Norman, la historia jamás dirá todo lo que hay para decir. Smith, Carlos y Norman compitieron en la carrera final de los 200 metros de los Juegos Olímpicos de México y la cerraron compartiendo un podio que es una rebelión contra todos los espantos, en especial el de la discriminación.

Lo hicieron el 16 de octubre de 1968, un día que hoy cumple cuarenta años, pero que es dueño del aire y del tiempo desde entonces hasta la eternidad. Smith y Carlos, estadounidenses y negros, fueron primero y tercero en una prueba velocísima. Al recibir sus medallas, levantaron sus puños, en el más emblemático de los gestos del black power contra el racismo.

Ese gesto, enmarcado en una época de sueños múltiples de cambio social y un fuerte movimiento revindicativo de la comunidad negra, brotó ante los ojos de la humanidad. Pero protestar contra los que mandan cuesta: a ambos, esa manifestación les cerró sus carreras deportivas, los llenó de críticas políticas y periodísticas, los dejó sin medallas y sin lugar en la villa olímpica, y los puso al borde del desempleo y del dolor una vez, otra vez y otra vez.

Se dirá que es un hecho difundido en mil ocasiones y es cierto. Pero, también, es un hecho en mil ocasiones omitido. El establishment deportivo primero sancionó a Smith y a Carlos bajo el argumento mentiroso de que la política y el deporte no deben mezclarse. Y luego les hizo algo peor: los negó, contó la historia sin contarlos a ellos.

A ellos y al australiano Norman, segundo en la carrera y socio de la iniciativa. Por eso el podio del black power merece contarse en las escuelas y en los campitos, en los clubes y en las veredas. Explica que el deporte vale por sí mismo, pero también vale para tratar de cambiar el mundo.

Cuarenta años más tarde, es un hermoso testimonio de dignidad al que la historia, contra cualquier intento de silencio, ubica en el lugar que corresponde.

Está en el corazón.


FOTO: Galtzagorrin Mendieta, en Flickr.com

Saldos y retazos del Mundial 78, por Marcelo Gantman


Gantmanblog.com, 25 de junio de 2008.

Pensé varias horas durante este 25 de junio antes de escribir sobre el Mundial 78. En primer lugar porque no me interesan tanto los recordatorios aunque el número redondo obligue.

Segundo porque a 30 años del acontecimiento la reflexión sobre esos dolorosos hechos otorga la facilidad de no usar el mismo rigor para abordar cuestiones del presente y tercero porque disentir en un tema como este puede generar ciertos desencuentros. Pero acá vamos…

El Mundial 78 es execrable por donde se lo mire. Una dictadura se lo entregó a otra dictadura. Desde los tiempos de Onganía y Lanusse hasta la junta militar encabezada por Videla, la organización del campeonato estuvo en manos de quienes conducían el país. Eso no era vida y por eso la quitaban sin más. Fue un Mundial corrupto al margen del 6 a 0 contra Perú. Se gastaron, sin haber cifras oficiales, alrededor de 500 millones de dólares de la época y cuatro años más tarde, el Mundial de España, costaba diez veces menos.

Escucho al Beto Alonso decir que a él Menotti no lo quería y que hubo presiones del almirante Lacoste para que lo incluyan en el plantel. Menotti es culpable primero por no ponerlo y luego por sí ponerlo. Menotti no se niega, pero Alonso tampoco.

Nunca me gustaron las sentencias acerca de lo que otros debieron hacer en ese lugar y en esa situación. Definir comportamientos con la moral de los otros y las sensaciones de los otros es tan sencillo como pararse en este espacio temporal y analizar la Argentina de hace 30 años. No era gratuito oponerse a Lacoste, a Massera, a Videla. Ni para Menotti ni para nadie.

Escucho a los futbolistas campeones del mundo tener que defenderse de haber sido parte del Mundial 78. La sociedad argentinas se exorciza con los jugadores. Con Kempes, Luque, Fillol y compañía. Los ídolos deportivos no suelen ir en contra del poder de turno y menos contra una dictadura. ¿Cuáles son los ídolos deportivos que en democracia, con las garantías constitucionales en vigencia, disienten en público con las decisiones gubernamentales, al menos desde 1983 para acá?

Sospechas del partido del 6 a 0 a Perú. Todas. Seguramente hubo cosas. Hay indicios, datos sueltos, situaciones comprometidas, los barcos de trigo, los llamados a la concentración peruana, Videla entrando al vestuario visitante, Kissinger como “garante” de los acuerdos. También sospecho que muchos jugadores de la selección de Perú de 1978 han generado una fuente de ingresos con el relato de aquellos tiempos. Muchos en la miseria, ahora desempeñan el rol de testigos de la época.

Si el partido efectivamente estuvo arreglado, ¿no habría sido ya momento de qué algún jugador de la selección argentina hubiera corroborado alguna de las versiones? ¿No tendrían todo para ganar si así lo hicieran?

Me asusta el uso indiscriminado del almanaque que hacen los que no habían nacido en esa época. Quedan a cubierto por ausencia. Sienten que como no formaban parte de la humanidad aún tienen derecho a juzgar, medir comportamientos, condenar silencios, repudiar dichos. Por entonces yo tenía 13 años. No me siento cómplice por haber festejado en la Av. Corrientes y Angel Gallardo ni ajeno al país que me tocó vivir.

El presente siempre ofrece oportunidades para que los que dicen qué se debió haber hecho antes, actúen ahora. El fútbol, el mundo de los medios, la vida dan material suficiente como para poner en juego la moral y los valores a cada instante.

Los argentinos solemos reclamar y protestar sobre nuestras cosas como si fuéramos huéspedes y no habitantes permanentes. Y no había 25 millones de turistas sino que eramos residentes. Dolorosos residentes a los que todavía nos cuesta hacernos cargo del diseño del país que queremos y no del que nos damos.

Escucho a Kempes por radio decir que él no puede salir a contestar cada vez que un jugador peruano diga que el partido estuvo arreglado. “Si ellos así lo creen, que lo demuestren. Ellos fueron los sobornados…” Tiene razón.

Krol jamás le escribió una carta a su hija diciendo que esta era “la Copa de la paz” y mucho menos que “los fusiles de los soldados disparaban flores”. Tampoco Johan Cruyff faltó al Mundial 78 porque no compartía que la Argentina fuera gobernada por un gobierno sanguinario, sino porque había tenido problemas con su esposa y había sufrido un asalto a su casa a mano armada. Ninguna idea ,por elevada que fuera, amerita que la historia sea modificada.

Si seguimos a este ritmo, Luque, Galván y todos los demás serán tan culpables como los que realmente fueron culpables.

FOTO: Superalikal, de Flickr.com

De qué hablamos cuando hablamos de violencia en el fútbol, por Juan Pablo Varsky


La Nación, 19 de febrero de 2007.

¿Qué es el aguante?

Es un capital simbólico. Sólo se considera hombre a aquel que lo tenga. Los hinchas se lo conceden a aquellos compañeros que demuestren su saber físico en una lucha corporal contra las hinchadas rivales", dice el antropólogo José Garriga Zucal en "Hinchadas", un imprescindible libro de investigaciones compiladas por el sociólogo Pablo Alabarces. ¿Cómo se llena ese formulario? Agarrándose a trompadas con el "enemigo".

El aguante está mucho más asociado a la capacidad para resistir el dolor que a la fidelidad por los colores. El que no se la banca no recibe entradas de favor, no tiene acceso a los beneficios de pertenecer En gran parte de la sociedad, la combinación violencia-drogas-delito tiene connotación negativa. Pero, en su propia lógica, estos grupos le dan un valor positivo a ese cóctel. "Estar loco y de la cabeza a partir del consumo de alcohol y drogas los nutrirán de honor y prestigio entre sus pares", continúa Garriga Zucal.

Tener aguante, no temerle a nadie y estar "re loco" son los imprescindibles requisitos para ser incluido en la barra. ¿Por qué lo hacen?, podemos preguntarnos, cómodamente sentados en nuestro sillón. Ante la humillante exclusión social que sufren muchos jóvenes de la provincia de Buenos Aires (esa exclusión que vemos en los medios, pero no padecemos en persona), pertenecer a un grupo y tener una identidad no es un consuelo menor. Es la posibilidad de aferrarse a "algo" y ser alguien en la vida.

El aguante se ha privatizado gracias a los propios dirigentes de los clubes y a los referentes políticos que recurren permanentemente a sus servicios de protección y aprietes. El lema de los barras parece ser: "Si ellos roban, nosotros les robamos a ellos". ¿Hace falta meterle miedo al DT para que se vaya? Marche una amenaza por acá. ¿El intendente necesita gente para un acto? Vamos todos para allá. ¿Hay una forma de callar críticas contra el manejo fraudulento de los clubes? Sí, haciendo participar a los muchachos.

En primera división se gana mucho dinero. En Rosario Central, manejan las divisiones juveniles. En Newell s, representan futbolistas profesionales. Adrián Rousseau y Alan Schlenker llevaron a los quinchos de Ríver su pelea por un botín de 60.000 dólares y arruinaron a los mismos dirigentes que les habían habilitado la caja millonaria.

En Boca, Rafa Di Zeo se pasea como una celebridad, maneja el presupuesto y exporta su "manejo de grupo" a México y España para seguir engrosando sus ingresos como barrabrava. Esta mercantilización aleja a los barras de la simpatía por un club y los agrupa en otro bando: el de los mercenarios. Si la fórmula les funciona muy bien, ¿por qué la van a cambiar ? Creer que son inadaptados es el colmo de la ingenuidad.

En tanto, el hincha argentino es visto en el exterior como el gran actor de nuestro fútbol. Es el que más alienta, el que más espectáculo da. Se habla más de la pasión del hincha que de la calidad del juego. Muchas bandas de rock sueñan con tener un tema cantado por una hinchada. Aunque en la versión cancha se hable de drogas y muerte.

El fútbol de ascenso en la Argentina es un fenómeno sin equivalentes en el mundo. Tiene cuatro categorías dependientes de AFA y el Torneo Argentino organizado por el Consejo Federal. Transmisiones radiales, programas de TV por cable, suplementos de diarios y sitios de Internet lo difunden como en ningún otro lugar del planeta. Buena parte de la actividad está concentrada en el conurbano bonaerense. Desde la B Metropolitana hasta la D, 47 de los 60 equipos proceden de esta región que padece la pobreza económica y la exclusión social.

Aquí, al no haber plata importante, las barras militan por su propio club. El único botín en juego es ver quién se la banc a y quién corre en una pelea entre hinchadas. Ante esta superpoblación de equipos, la policía bonaerense debe ocuparse del 63% de los encuentros que se juegan cada fin de semana. ¿Está en condiciones de prestar servicio a tantos partidos? Desde operativos ineficaces hasta represiones indiscriminadas, pasando por inflación de agentes adicionales, su mala reputación no ayuda. Que no haya detenidos tras los incidentes en Gerli entre hinchas de Talleres y Los Andes suena a burla. Pero, ¿qué puede hacer cuando dos grupos deciden enfrentarse por el simbólico tesoro del aguante?

Identificada por los barras como una hinchada más (y no como fuerza pública), la Policía cuenta en su base con hombres provenientes de los mismos sectores de pobreza y exclusión que aquellos a los que debe reprimir. El trabajo no está bien remunerado. Aparecen el resentimiento y el descontrol. Para un barra, robarle la gorra a un policía vale más que llevarse un trapo rival. Y las condiciones geográficas colaboran con la causa. De 62 estadios bonaerenses, 40 tienen muy cerca una estación de ferrocarril, lugar ideal para el combate. Los clubes pierden dinero, ya que la recaudación nunca les alcanza para pagar los costosos (e inflados) operativos policiales. La actual estructura está colapsada. Ante este panorama, es un milagro que no tengamos más tragedias por fecha.

¿Soluciones? Con educación, se atacan las causas de este drama. Llevará mucho tiempo, es una cuestión de largo plazo. Con justicia y gestión, se atacan los efectos. Aquí sí se demanda una urgente intervención del Estado y de la AFA. Nuevas leyes, reestructuración del fútbol y voluntad política para llevar adelante las reformas. Mientras tanto, usted aguante.

Fútbol argentino: negocios, política e impunidad, por Ezequiel Fernández Moores


Terra Magazine, 21 de marzo de 2008.

La tarde del domingo 16 de marzo pasado, cientos de fanáticos de Boca Juniors combatieron a golpes y disparos de bala a metros del mítico estadio de La Bombonera para dirimir la sucesión de Rafael Di Zeo, líder hoy preso de "La 12", como se apoda a la "barra brava" del equipo más popular del fútbol argentino.

Lo hicieron a la luz del día y apenas 24 horas después del asesinato del hincha de 21 años del club Vélez Sarsfield Emanuel Alvarez, baleado en el pecho cuando viajaba en autobús al estadio, el muerto número 223 del fútbol argentino; hubo 12 muertes hasta 1958, los 211 restantes en el último medio siglo, a razón de cuatro por año.

En los últimos días murieron hinchas en Brasil y en Honduras, en Colombia se produjo un gran escándalo y en España, una de las Ligas más millonarias del mundo, un partido debió ser suspendido porque un fanático golpeó al arquero visitante con una botella de plástico en la cabeza.

La violencia en los estadios no es patrimonio del fútbol argentino, es cierto. Pero en las canchas de ese país se refleja como en pocas la cultura del far west que se adueñó del fútbol, mezcla de pasión, marginación e impunidad. Pero también de negocio: porque los fanáticos que se arrogan como nadie el amor por la divisa y que dicen ser la última trinchera de un fútbol vendido al mejor postor, pelean también ellos por su pequeña tajada. Para no quedarse afuera del botín.

Al día siguiente de la batalla interna en la Boca, que registró un herido y casi doscientos detenidos, todos liberados unas horas después, el presidente del club, Pedro Pompilio, reclamó apoyo del Estado, como lo había hecho poco antes su par de San Lorenzo, Andrés Savino, quien reclamó mayor seguridad al gobierno nacional.

Mauricio Macri, predecesor de Pompilio, hoy jefe de Gobierno de Buenos Aires gracias a los éxitos que logró con Boca, y cuyo eje de campaña política fue justamente la inseguridad, ofreció ese mismo día lunes una conferencia de prensa para anunciar la creación de una nueva policía autónoma en la principal ciudad de la Argentina.

Mientras Macri anunciaba que pondría 15.000 nuevos policías en las calles y Pompilio reclamaba apoyo estatal, la agencia oficial de noticias Télam contaba que ambos dirigentes habían sido advertidos ya en 2006 por los socios del club sobre una pelea interna de barrabravas, a balazos, dentro de las instalaciones de la institución, donde el grupo que comandaba Di Zeo jugaba su habitual partido semanal de fútbol-sala.

Eran tiempos en los que Di Zeo parecía el patrón de La Bombonera, diciéndole él mismo a la policía qué hinchas podían ingresar o no al estadio, subido a los caños de la tribuna con turistas que pagaban por la "aventura" y con fanáticos extranjeros que recibían cursos acelerados de barra brava, mientras por su celular daba órdenes a sus secuaces y hasta hablaba con sus jugadores amigos.

Di Zeo, según coinciden distintos informes, podría quedar libre en abril y todos aseguran que se sumará a la batalla porque buscará recuperar un trono que abre la puerta a jugosos negocios: reventa de boletos, estacionamiento en el estadio, cobro de "peaje" a los turistas que van a la Bombonera, dineros de los jugadores, giras con ellos por el interior del país y, menos visible, zonas libres acordadas con sectores policiales para la venta de droga.

Las barras bravas argentinas han vendido sus servicios como fuerza de choque en disputas políticas y sindicales. Así lo han comprobado los pocos dirigentes de clubes que alguna vez se negaron a la extorsión y descubrieron que los barras tenían conexiones poderosas, que exceden al mundo del fútbol. El propio Di Zeo, por ejemplo, se jactó una vez ante un periodista de tener el número de teléfono de un poderoso ministro. Pero no el teléfono que tenía el periodista, sino el que el ministro atiende en persona y reserva sólo para casos de extrema importancia. La esposa de Di Zeo es funcionaria de peso del ex fiscal Carlos Stornelli, secretario de Seguridad del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, donde se registran los mayores índices de violencia de la Argentina.

Así como se reflejó en Boca con la pelea del 16 de marzo, el drama de la violencia en el fútbol argentino es que el Frankestein creado por los dirigentes de los clubes hoy es ingobernable y todos quieren ser Di Zeo: los hinchas del club Gimnasia y Esgrima de Jujuy, a 1.800 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, que el jueves 13 de marzo amenazaron a sus jugadores a punta de pistola, los que el sábado 15 de marzo mataron al hincha de Vélez, los de Boca que combatieron la tarde del domingo 16 en la Bombonera y los de Mendoza, 1.000 km. al oeste de Buenos Aires, que ese mismo domingo por la noche lucharon a balazos e hirieron en el rostro a una niña de 13 años.

Son hechos ocurridos en apenas 72 horas, pero que se repiten cíclicamente con apenas meses de diferencia. Sólo cambia el color de camiseta y de estadio, porque los fanáticos que un tiempo atrás amenazaron a sus jugadores a punta de pistola no fueron los de Gimnasia y Esgrima de Jujuy sino los de Gimnasia y Esgrima La Plata, los que mataron a un hincha de Tigre fueron los de Nueva Chicago, los que dirimieron internas a balazos dentro del club fueron los de River Plate y los que hirieron a una niña de un balazo fueron los de Newell's Old Boys.

La Asociación de Fútbol Argentino (AFA), duramente cuestionada por años de tolerancia y complicidad con los violentos, apoyó leyes más duras, implantó molinetes en los estadios, practicó el derecho de admisión, impuso tarjetas magnéticas, costosos operativos de seguridad, cámaras de TV, quita de puntos, prohibición de banderas y hasta de hinchadas rivales. Nada cambió. El desgaste incluyó también hasta la figura del ex árbitro Javier Castrilli, que parecía sinónimo de combate duro como funcionario del Estado contra los violentos, pero hoy está en el centro de las críticas, con 17 muertes en sus cuatro años de gestión, como apuntó el especialista Pablo Alabarces, su ex colaborador.

Una sentencia de comienzos de 2007 de la Corte Suprema, máxima instancia judicial en el país, consideró a la AFA responsable de la seguridad de los aficionados tanto dentro como fuera de las canchas. La AFA puso el grito en el cielo y anuncia para este año un sistema de empadronamiento, que obligará a los hinchas a suministrar foto, nombre, documento y huellas dactilares para adquirir su boleto por teléfono y saber por qué puerta deberá ingresar y dónde deberá sentarse, algo que suena utópico en medio del far west. Será un sistema que encarecerá los boletos y amenaza con alejar aún más a los hinchas de los estadios.

El propio Alabarces, igual que muchos hinchas pacíficos, cada vez más indignados porque el fútbol argentino vendió todos sus partidos a la TV y descuidó la seguridad de sus estadios obsoletos, afirmó en un artículo reciente que un principio de solución sería la intervención de la AFA, que comanda desde hace casi treinta años Julio Grondona. "Don Julio", como se lo apoda, más por temor mafioso que por respeto, siguió los episodios desde la sede suiza de la FIFA, donde ocupa el cargo de vicepresidente senior. El gobierno sabe que echar a Grondona es inviable. La FIFA jamás permitirá un desplazamiento político de uno de sus dirigentes más poderosos de los últimos tiempos.

Un auténtico militante del gol, por Gustavo Veiga


Página 12, 14 de septiembre de 2008.

En Brasil sobran los grandes jugadores de apellidos sonoros que empiezan con erre: Ronaldo, Ronaldinho, Robinho y hasta Rivelinho, campeón mundial en 1970. En esa lista debería tener un lugarcito Reinaldo, el ídolo más venerado y máximo goleador de todas las épocas en el Atlético Mineiro.

Anotado en el registro civil de Ponte Nova como José Reinaldo de Lima, el delantero, además de ser un virtuoso con la pelota y marcar 255 goles en toda su carrera –que se truncó a los 28 años por una serie de lesiones en sus rodillas–, era un militante de izquierda. Cuando festejaba un tanto lo hacía cerrando su puño izquierdo en alto y eso lo puso en la mira de la dictadura militar brasileña, a mediados de los ’70.

En la historia de este futbolista hay otra historia, no difundida en la Argentina, que lo vincula con nuestro país y el Mundial ’78. Reinaldo la contó este año y demostró hasta qué punto el deporte queda atrapado a menudo por la política.

Cuando el presidente de Brasil, el general Ernesto Geisel, despidió al plantel que disputaría el Mundial, le pidió al delantero que se dedicara a jugar al fútbol, que no hablara de política y que dejara ese asunto para ellos, los militares. Reinaldo no habló de política pero sí haría dos cosas: festejó su gol contra Suecia en el estadio mundialista de Mar del Plata con el puño izquierdo en alto el 3 de junio del ’78 (las dos selecciones empataron 1 a 1) y recibió una carta anónima en la concentración brasileña que denunciaba la complicidad entre las dictaduras de los dos países.

“En aquella Copa del Mundo la comisión técnica era una comisión militar. El director de la Confederación Brasileña de Deportes de la época, André Richer, me recomendó, me aconsejó no hacer ese gesto. El decía que era un gesto revolucionario, un gesto político, un gesto de socialismo”, dijo Reinaldo en una entrevista que le realizó el periodista y escritor Geneton Moraes Neto el 22 de junio de este año. Richer, el dirigente que le hizo aquella sugerencia, es el secretario general del Comité Olímpico Brasileño, un ex remero que además fue jefe de las delegaciones de su país a los Juegos de Moscú, Los Angeles y Seúl.

El goleador no lo tuvo en cuenta, saludó como buen izquierdista y, lamentablemente para él, no pudo llegar mucho más lejos en el Mundial ’78. Jugó el 7 de junio su segundo partido contra España (0 a 0) y las rodillas que tantos problemas le habían ocasionado en su carrera, le impidieron reaparecer hasta el partido por el tercer puesto contra Italia (2 a 1) en el que apenas ingresó en el segundo tiempo. Argentina saldría campeón al día siguiente después de ganarle la final a Holanda y haber dejado en el camino a Brasil por diferencia de gol en la etapa anterior.

Sin chances de jugar la mayoría de los partidos, Reinaldo sufría en la concentración brasileña, hasta que un día la pasó aún peor. Fue cuando recibió una carta fechada en Venezuela, pero sin remitente, en la que se encontró con una denuncia explosiva. El texto que traía el sobre contenía un informe sobre violaciones a los derechos humanos en el marco del Plan Cóndor. Y precisaba las sospechosas circunstancias de la muerte de un ex presidente constitucional brasileño, Juscelino Kubitschek, como consecuencia de un accidente de tránsito el 22 de agosto del ’76.

El jugador no comentó con nadie lo que le habían enviado, guardó la carta en el fondo de su valija y no la sacó hasta que regresó a Brasil. Después de analizar que esa información podría ser de utilidad para los militantes que luchaban contra la dictadura brasileña, se la entregó a un cantante y compositor amigo que estaba censurado por el régimen: Luis Gonzaga do Nacimiento Junior, Gonzaginha. Pero cuando murió el músico en un accidente de tránsito en 1991, se perdió el rastro de aquella carta que Reinaldo sacó de la Argentina escondida en su maleta.

El mayor goleador en la historia del estadio Mineirao convirtió en ese gigante de cemento 153 de los 255 goles que hizo en toda su trayectoria (en Brasil toman en cuenta quién hizo más goles en cada cancha). Con la misma convicción que llegaba al arco rival o tiraba un caño, acaba de desenterrar ese par de historias del Mundial ’78 que refuerzan la tesis del estricto control militar sobre cada cosa que pasaba en el mundo deportivo. Y cómo las dos dictaduras se complementaban para que todo estuviera rigurosamente vigilado.

Hoy, con algunos kilos de más, la cabellera ensortijada más canosa y a los 51 años, Reinaldo es recordado, además, como un luchador que defendía el regreso de la democracia a Brasil. Un jugador comprometido como aquellos que también reclamaban elecciones desde el club Corinthians, con el exquisito volante Sócrates como líder, a principios de la década del ’80 (ese movimiento se conoció como democracia corinthiana). Una rareza en el súper profesional mundo del fútbol, donde el dinero rápido y fácil parece ser lo único que importa, aunque no siempre.

Mundial 78: el té con la princesa Máxima, por Ezequiel Fernández Moores


La Nación, 2 de diciembre de 2008.

"¿Cómo hay que llamarla, señorita, señora Máxima, señora princesa?", pregunta Leopoldo Luque.

"Decile Máxima", responde Nora Cortiñas.

El campeón y la Madre de Plaza de Mayo viajan por las afueras de La Haya en un automóvil Volvo de la corona para reunirse con Máxima Zorreguieta, princesa de Holanda. Le llevan un ejemplar del libro Voetbal in een vuile oorlog (Fútbol en una guerra sucia), una visión holandesa sobre el polémico Mundial 78. No hay prensa. Luque con su esposa y Máxima con una secretaria.
La princesa y la Madre de Plaza de Mayo conversan entre ellas, me cuenta Cortiñas.

"¿Vos viniste forzada?", pregunta la princesa.

"No, no me conocés. Como a vos a mí también me costó estar aquí", responde la Madre de Plaza de Mayo, con su pañuelo tradicional en la cabeza y la foto de Gustavo, su hijo desaparecido, colgada en el cuello. "Me costó porque tuve que separar tu historia de la de tu padre. Nosotras no perdonamos, no olvidamos y no nos reconciliamos con los genocidas, ni con sus cómplices y quiero que este libro sirva para que se lo leas a tus hijos y sepan la realidad que vivimos".

No se habla más del padre de Máxima, Jorge Zorreguieta, Subsecretario primero y Secretario luego de Agricultura y Ganadería de 1976 a 1981, en tiempos de Videla. Rodeada por doce kilómetros de bosques, Villa Eikenhorst, residencia actual de los futuros reyes de Holanda, es una mansión de 600 metros cuadrados, tres pisos y un lago. Allí, mientras se toma el té, se habla sobre la Argentina del 78, el fútbol y la dictadura.

Cortiñas recuerda "el dolor de las Madres en medio de la fiesta". Luque cuenta de su desconocimiento sobre "la dimensión real del horror". Le confía a Máxima que su compañero de selección, Alberto Tarantini, mintió cuando alguna vez contó que saludó al general Jorge Videla en los vestuarios tras un partido pero luego de tocarse los genitales. "Lo dice para tener un poco de prensa, pero en ese momento teníamos como único objetivo ganar el Mundial y no sabíamos lo que realmente estaba pasando", dice Luque a Máxima.

La princesa acepta un pedido de Cortiñas para ver si el gobierno holandés puede apoyar la Convención de Desaparición Forzada de Personas. Luque habla de su escuelita de fútbol en Mendoza. La reunión, que dura dos horas y media, termina con el príncipe Guillermo Alejandro.

El esposo de Máxima será rey de Holanda cuando muera o abdique la reina Beatriz, quien en 1966 se casó con el hoy fallecido príncipe Claus, un ex soldado alemán del ejército nazi, lo que suscitó debates similares al casamiento de 2002 de Guillermo con Máxima. Es sabido que el padre de Máxima finalmente no pudo asistir a la boda. Cuando el príncipe se suma a la reunión, sólo se habla de fútbol. Que él es de Feyenoord y de River. Y ella del Ajax y de Boca. Se toman fotografías, pero Máxima pide como única condición que no se difundan a la prensa.

Ese mismo día, lunes 24 de noviembre de 2008, el campeón y la Madre de Plaza de Mayo atienden a la prensa, desesperada por conocer el contenido de la reunión. Ambos se manifiestan encantados con "la sencillez y la calidez" de Máxima. Pero son reservados. En rigor, hoy ya de vuelta en Argentina, me cuentan muchos más detalles para este artículo de La Nación.

Luque y Cortiñas van juntos a programas de radio y TV. La Madre de Plaza de Mayo recuerda que a sólo 700 metros de donde Argentina y Holanda jugaron la final del Mundial, en la ESMA, se torturaban personas y nacían niños cuyas madres eran asesinadas. "Si se hubiese sabido eso, el Mundial no tendría que haberse jugado", afirma Luque.

El diario De Volksrant publica esa declaración en la portada. "Sí, lo dije, como también dije que el Mundial se jugó y que yo estoy orgulloso de haberlo ganado y que es una falta de respeto decir que fue un Mundial comprado porque si el tiro que pegó en el palo de (Rob) Rensenbrink en la final era gol, el campeón hubiese sido Holanda", me dice Luque.

Jan Mulder, ex futbolista, actual comentarista, felicita a Luque en De Volksrant, pero dice que su cambio "es tardío" y congratula a Máxima, que realmente es muy querida en Holanda, "porque con este gesto toma distancia de su padre y marca pautas correctas sobre derechos humanos y política".

El debate ocupa durante días espacios importantes en la prensa. Algunos mensajes del público consideran "una vergüenza" que Holanda haya jugado el Mundial y califican al gobierno de "hipócrita". Recuerdan que Holanda fue segundo socio comercial de la Junta, que el embajador Honere van de Brandeler defendía a Videla y que el gobierno vendía aviones Fokker al régimen.

El artista Freek De Jonge dice que su campaña proboicot al Mundial fue un buen intento de protesta, pero "terminó siendo una discusión entre comunistas y trotskistas. Hoy no sé qué haría, porque ahora, con muchos medios manejados por poderosas multinacionales, es más difícil saber realmente qué pasa".

Otros destacan el nombre ignorado de Hans Jorritma, DT de la selección masculina de hockey sobre césped que fue segunda en el Mundial jugado en 1978 en Buenos Aires y que se negó a recibir la medalla de manos de Videla, gesto por el cual fue criticado al volver a Holanda. "Aunque sean fríos y distantes, los calvinistas tienen memoria", me dice desde Holanda el colega Mariano Slutzky.

A la presentación del libro asiste también Wim Rijsbergen, el único jugador holandés que visitó a las Madres durante el Mundial. Dice que se indignó cuando le contaron sobre "secuestros y robos de bebés". Y que el plantel decidió no ir a la cena final del Mundial con Videla, en el Hotel Plaza, "para no sentarnos al lado de asesinos".

Cortiñas destaca el gesto, pero Luque matiza: "No fueron porque perdieron, si nosotros perdíamos tal vez tampoco hubiésemos ido". Sí fue a la cena, con una invitación que le dio uno de los jugadores, el periodista holandés Frits Barend. Se acerca a Videla (hay una foto de ese momento en el libro) y le pregunta sobre la ausencia de la selección holandesa. "Es un insulto", responde el dictador. Barend le dice que estuvo en Plaza de Mayo y le pregunta sobre los niños desaparecidos. "Estamos en guerra", dice Videla, calmo, y le pide que le permita "disfrutar de la cena". A Barend le roban el pasaporte esa misma noche y al volver, en una escala en Mendoza, lo sacan del avión y lo mantienen incomunicado una hora.

El libro de los periodistas Marcel Rozer e Iwan van Duren tiene también un capítulo hilarante sobre la concentración de Holanda en Mendoza, sin teléfono, una TV que no andaba casi nunca y las cartas como única distracción. Las charlas del DT austrÍaco Ernst Happel eran esencialmente breves. "Vos tenés que marcar al de pelo largo", ordena Happel al mellizo Willy van de Kerkhof antes de la final. "¿A Kempes?", pregunta desorientado el jugador. "Sí, Kempes, a ése". Van de Kerkhof quiere más precisiones: "¿marca personal o en zona?".

Happel tarda un minuto eterno y grita: "¡Willy, respeto, respeto Willy!". Peor fue lo de Wim Suurbier que la mañana de la final, creyéndose afuera del partido, bebió numerosas cervezas con el periodista Jack van Gelder. Casi se muere cuando en la charla técnica Happel le dice que va al banco. Suurbier se la tuvo que pasar tomando leche hasta una hora antes de partir hacia el Monumental.

3 de enero de 2009

Europa investigará a la UEFA por los derechos de tv, por ANC


Bruselas, 31 de julio de 2001 (ANC-Utpba).

El sistema de comercialización de los derechos para la televisación de la Liga de Campeones implementado por la Unión Europea de Fútbol Asociado (Uefa) fue puesto bajo sospecha por la oficina antimonopolios de la Unión Europea, que abrió una investigación para determinar si existen violaciones a las reglas de la competencia.

El cuestionamiento del máximo organismo europeo, la Comisión Europea, surgió como consecuencia de que la Uefa vende los derechos de ese certamen por un plazo de tres o cuatro años, lo realiza en forma conjunta, y existe un solo adjudicatario por cada país, según un informe publicado por el diario madrileño El País.

Si bien no existen denuncias formales, funcionarios del servicio de la Competencia reconocieron haber recibido al menos 65 quejas procedentes de autoridades nacionales de la competencia, clubes de fútbol, operadores de televisión y agencias de derechos de fútbol.

Cada año la Uefa factura unos 450 millones de dólares por los derechos de televisación de la Liga de Campeones, de los cuales cerca de 340 millones son distribuidos luego entre los clubes participantes del torneo, mientras que los 110 millones de dólares restantes pasan a aumentar las arcas de la entidad.

La Comisión Europea incluyó una serie de cargos en los que no prejuzga si la Uefa cometió alguna irregularidad, pero a los que la entidad del fútbol deberá responder en un plazo inferior a los tres meses.

Uno de los cuestionamientos de los técnicos de la Comisión sostiene que la venta de los derechos a un operador posibilita que sólo sea comprado por alguna de las grandes cadenas de televisión, lo que distorsiona la competencia entre los operadores locales de cada país.

El Ejecutivo comunitario también señala que la práctica de la Uefa “no es indispensable” para garantizar la solidaridad entre los clubes que se benefician del sistema, porque algunos ganan muchísimo más dinero que otros, y esa situación los beneficia para reforzar mejorar sus planteles, lo que origina cierto desequilibrio con respecto a los demás equipos en las ligas nacionales (ANC-Utpba).